El camino de regreso a casa ha transcurrido en completo silencio, y no sé si se deba a los besos que nos tuvimos que dar, o al desfile de ropa que evalué sin influenciar en su decisión de que comprar y que no. Noel nos abre la puerta, y ella es la primera en bajar del coche para después entrar a la casa con su silencio aun siendo presente.
—Noel, ¿puedes entrar las bolsas por favor? —le pido amable y él tan solo asiente mientras que yo voy detrás de ella. Respiro profundo tratando de no frustrarme con su actitud, y la sigo hasta que intenta cerrar la puerta de su cuarto, pero lo impido interponiendo mi brazo—. ¿Se puede saber que ocurre? —inquiero finalmente y cierro la puerta detrás de mí para evitar que huya.
Haizea cruza sus brazos y me mira fijamente.
—Sucede que he sido tu muñequita en aquel local y no me ha gustado —sentencia.
Sus palabras me llaman la atención, tanto que entrecierro mis ojos y me acerco un poco más.
—¿Mi muñequita? ¿De qué hablas? —presiono confundido.
—Juega t