SARA.
—¿Alex? —retrocedí un poco ante su palidez, y luego lo vi pasar un trago duro—. ¿Qué ocurre? —él negó y se despabiló con urgencia.
—Nada… creo… solo he escuchado de él… —achiqué mis ojos.
¿Tendrían algún conflicto? Su comportamiento era muy extraño, aunque, ¿Quién en todos los Estados Unidos no conocía a Adam?
—Escucha… mejor quiero dormir… necesito pensar… —él asintió sin ponerme alguna traba y eso hizo que mi estrés aumentara.
Alex envió a su servicio a preparar una habitación para mí, y no dudé en meterme en ella una vez estuvo lista.
Mi hermano me dijo que descansara, y prometió que hablaríamos por la mañana.
Tomé en un baño ligero soltando el aire, y luego me deslicé en las sábanas mientras mi boca se apretaba. De cierta forma quería que esto fuera una pesadilla. Aún podía sentir las huellas de Adam en mi cuerpo, y el pinchazo en mi centro recordadme que le había entregado una de las cosas más valiosas para una mujer, solo para que él me dijera que había sido una especie de