ADAM.
—Papá… creo que Sara está cansada del viaje… y queremos ir a nuestro lugar a descansar… hay mucho que hacer.
Papá se giró con el ceño fruncido, mientras Liam le pasaba un lego gigante, que él mismo había mandado a traer unas horas después de que llegamos a casa.
La sala estaba llena de legos y carros de colección, y muchos regalos que ni siquiera Liam había mirado.
—Es muy temprano, y Liam quiere jugar… —Torcí los ojos ante su terquedad, y la verdad no sé cómo iba a poder lidiar con un hombre como él, ahora que Liam estaba en medio.
No quería que un futuro mi hijo prefiera a su abuelo, y ambos sean cómplices en sus travesuras.
—Papá… vendremos en otro momento —traté de lidiar, pero él me ignoró y se levantó para dirigirse a Sara.
—¿Por qué no lo dejan con nosotros? —ella abrió los ojos y me miró.
—Papa… —tuve que hablar más fuerte—. Dale tiempo a Liam… apenas los conoce.
—¿Desconfías de mí? —restregué mis ojos y vi cómo Sara se levantó.
—No, señor… claro que no, solo que, estamo