EMMA.
Me desperté con el sonido de una notificación en mi teléfono, y casi que limpié la baba de mi boca. Mi sueño se estaba volviendo pesado y cuando me senté sentí una ráfaga de fuego en el estómago del hambre que tenía.
Hoy sentía los pechos pesados, y tenía una ligera sensación en el vientre.
Sin embargo, deslicé los dedos en mi teléfono para leer la notificación.
Jefe: ¿Ya puedes escuchar mi propuesta?
Me reí incluso de que el contacto aún estuviese guardado de esta forma, y tecleé para darle una respuesta.
Emma: Es fin de semana, día libre en la oficina, y tengo mucha hambre…
No había terminado de poner el teléfono en la mesilla cuando otra notificación llegó.
Jefe: Podemos desayunar juntos…
Emma: Se me dan mejor las cenas… ¿Qué tal una cena? ¿Mañana puede ser? Hoy me gustaría ir al supermercado, y descansar un poco.
Jefe: Hoy mismo…
Además de las palabras había un emoticón con los ojos hacia arriba que me hizo sonreír.
Emma: Bien… pero quiero mucha gente alrededor, porque n