Zola apoyó la cabeza en la bañera y respiró hondo. Su cerebro estaba acelerado. Su vientre tenía un nudo, tan grande que pensó que iba a vomitar.
- Querida?
Se incorporó, reprimiendo un sobresalto. Raphael estaba de pie en la puerta, sus rasgos tensos.
- ¿Dónde está Sofía?
- No te preocupes con Gary.
Ella frunció los labios y lo siguió con la mirada mientras caminaba hacia ella, finalmente sentándose en el borde de la bañera.
- Zola tenemos que hablar.
Inmediatamente su corazón casi se detuvo.1
- Veo que desde hace unos días las cosas no van bien.
- Porque siento que no estás bien.
Apartó los ojos de ella para mirar al frente con un suspiro.
- Tengo algunas preocupaciones en este momento. Explicó mientras se ponía de pie. Pero no hay nada más importante para mí que tú y nuestra hija.
Se desnudó.
- Pero ¡qué estás haciendo!
Zola sintió que la fiebre se apoderaba de ella. Cada centímetro de su piel pareció despertar. Completamente desnudo, la sacó de la bañera sin dificultad y la llevó