Apenas abro la puerta de la sala diviso la diferencia entre terapia intensiva y rehabilitación al instante. Lo he estudiado, pero jamás visto.
Luego de la complejidad y saturación de la terapia intensiva, con tubos, sueros y tristeza por todas partes, esto es la paz, y se nota en el ambiente. Aquí la gente ya consciente simplemente se recupera para irse a casa. Nadie lucha por vivir.
Una vez se sienta en la camilla con mi ayuda, Rafael se reclina solo hasta lograr acostarse.
—Voy a ver a quien encuentro para que te vea.
Digo, habiéndome quedado de pie, sin saber que más hacer o decir.
—No, no. Vendrá la chica apenas termine allá. Estoy bien, no te preocupes. Solo es cansancio.
—¿Seguro?
—Si, tranquila.
Mira hacia una mesita que se encuentra debajo de la ventana, a mi izquierda.
—¿Te puedo pedir un vaso de agua?
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