Cuando Fernando y Teresa llegaron al hospital, la entrada principal estaba llena de periodistas, ya se habían enterado de lo que pasaba y eso era porque había habido una filtración, interesada o no, pero iba a hacer mucho daño al hospital.
La directora se tapó los ojos y se puso a llorar debido al estrés. El detective paró el coche en un sitio donde los periodistas no pudieran verlo y la abrazó, ella se acomodó entre sus brazos intentando buscar esa calma que no encontraba.
—Tranquila, preciosa, todo va a salir bien —dijo él todavía abrazándola y dándole un beso en la cabeza.
—Gracias de corazón, eres todo un caballero —respondió ella abrazándole más fuerte
—Puedes entrar directamente al parking de empleados y así nos libraremos de la prensa —continuó diciendo.
Una vez Teresa se hubo calmado un poco, él le ofreció uno de los chicles sabor chocolate que siempre llevaba y entró en el hospital por el parking subterráneo que era exclusivo de empleados.