Para cuando Sophie vio posarse el helicóptero de Dante, ella dio un paso atrás y sonrió al verlo subir la colina en dirección hacia ella. Estaba guapísimo, vestido con un traje gris claro a medida y el cabello despeinado por el viento provocado por el aparato.
Cuando Dante noto que Sophie estaba esperándolo, una amplia sonrisa asomó a los labios de él. Tal vez era un poco presuntuoso de su parte, pero lo halagaba que ella estuviera impaciente por que llegara. Su figura, esbelta aun curvilínea, a pesar del embarazo avanzado toda de blanco parecía una esfinge de mármol, con una nube de rizos enmarcando sus bellas facciones.
–Hola la cena está lista –le dijo–. Ven, vamos a cenar.
–Que bien. Pero como siempre quiero darme una ducha antes... cariño
–Ni hablar; se enfriará la cena –replicó Sophie–. Si quieres cena caliente es mejor hacerlo ahora
Dante sonrió con mofa.
–Ok, hiciste tú la cena. . . bueno como la vez anterior. . . yo me siento a comer ahora y tú luego te vienes a la d