“Si señor, ya me pongo en eso”, señaló.
Graymond se quedó pensativo, estaba decidido a averiguar qué había pasado y, sobre todo, a conocer mejor a Salomé Hill. Había algo en ella que lo atraía como una polilla a la luz, quizá era su belleza, su imponente personalidad, no lo sabía, lo único que quer