Apolo Valentain no era cualquier CEO, muy pocas personas podían llegar a él, su carácter era mal humorado y tenía poca paciencia.
El hombre levantó el dedo de en medio a su amigo. No iba a hacerle trillizas a su esposa para los tres pequeños demonios de Sergey, no señor.
El CEO ruso rió por la respuesta que su amigo le dió.
— Papá, creo que al tío Apolo no le agradó la idea. Ahhh... Que difícil es encontrar una para él futuro, los tíos son muy exigentes. — Alexandrito comentaba a su padre.
— No te preocupes, hallarás una buena chica, solo procura ser un buen hombre cuando crezcas, ¿Entiendes?
— Entiendo papá, iré a jugar con Alexander y Aleksey.
— ¿Dónde están ellos?
— Están interrogando a las cigüeñas para saber quién de ellas traerá el bebé de mamá.
— Pero que... No le vayan a arrancar una sola pluma a esas aves, son mágicas y si les hacen daño se vengarán, ve y diles a tus hermanos.
El niño corrió a dar el mensaje de su padre, mientras tanto Sergey buscó a su