DESGRACIA
Nada más regresar de su viaje, Isabela fue golpeada por su realidad, la realidad donde las cuentas no llegan, los empleados piden su sueldo y las situaciones inesperadas no le dan respiro.
Lo peor era que la situación inesperada estuviera frente a ella tomando un café con tranquilidad. Su hermano había llegado cuando ella no estaba y por palabras de Emma se presentó como el otro jefe de la hacienda.
-Parece que las cosas mejoraron por aquí, ya no parece un maldito descampado. -Isa mordió su lengua. “No gracias a tí” fue lo que mejor se guardó.
Los ojos de Gabriel parecían los de un notario público a punto de valorar un buen terreno. Todo en su hogar parecía estar a punto de salir a la venta en aquellos ojos.
-Entonces ¿Viajaste a la ciudad por la oferta? - Isa sólo respondía de forma vaga, pero si quería sacárselo de encima debía ser clara.
-Me reuní con el empresario… ¿Qué te trae al Nocedal? nunca antes habías regresado desde que te marchaste, no hasta que papá fallec