8| El juego comienza ahora.
— ¡¿Qué yo qué?! — preguntó sorprendido y Hanna lo empujó.
— ¿Qué? ¿Ahora dirás que no te acuerdas que pagaste varios millones de dólares para que me obligaran a casarme contigo? ¿Acaso olvidas que me llamaste mercancía? ¿Que según soy tu esclava? se supone que debes conservar una imágen decente, pero te acuestas con quién se te atraviese — comentó ella dándole la espalda — sólo lo hiciste por orgullo, ¿Verdad? — pero Alfonso ya no contestó y le dio la espalda.
El frío de la madrugada se espantó poco a poco con la calidez de la espalda del hombre, y aunque preocupada aún por Marcos, sabía que estaba en buenas manos.
Era uno de los mejores hospitales del país, así que se quedó dormida, pero Alfonso no, o mejor dicho, Adrián.
Adrián se volvió boca arriba y observó el perfecto rostro de la mujer que dormía a su lado.
Era tan linda, con carácter.
¿Como su hermano podría ser un idiota con ella?
¿Cómo podría haberle sido infiel de esa forma tan descarada?
¿Cómo pudo haberla comprado c