CAMILA
Nicolás Montenegro fue el amor de mi vida.
Y también mi mayor error.
No sé cuántas veces me repetí eso a lo largo de los años. No sé cuántas veces intenté convencerme de que lo había superado, de que su partida había sido lo mejor que podía haberme pasado.
Pero ahora está aquí.
Caminando por las mismas calles, respirando el mismo aire, mirándome con esos ojos que un día prometieron quererme siempre.
Y mi pecho es un campo de batalla.
Porque una parte de mí quiere ignorarlo. Quiere hacer como que nunca existió, como si su regreso no significara nada. Pero la