Cecilia sintió asco inmediatamente, retiró violentamente su mano y retrocedió, dijo en voz muy fría: —señor Cabello, no seas ridículo.
Jorge quería liarse con Cecilia y pretendía hacerle alguna insinuación sexual, pero ya sabía que no tenía esa posibilidad, además, no sería rentable ofender a Bosco por una mujer.
Se disculpó afanosamente: —lo siento, lo siento, solo quería preguntarle qué perfume utiliza, yo también compraré uno para mi mujer.
De todos modos, iba a quedarse aquí unos días, había muchas oportunidades.
Jorge llevaba muchos años en negocios, y sabía ocultar su objetivo. Dijo fingiendo ser sincero: —bebo demasiado, no tengo intención de ofenderle, señora Borja, voy a ir personalmente a hacer las paces con el señor Borja en un momento.
Cecilia ni siquiera lo miró, y se lavó las manos de nuevo, echándose muchos geles para la mano.
Jorge la observaba de reojo.
Al notar que Jorge seguía mirándola: —bueno, tengo un fetiche con la limpieza y no me gusta tener contacto físico con