Al día siguiente, era sábado, Cecilia dormía hasta las once y luego llamó a Diana a cenar juntas.
Anoche estaba muy enfadada por Bosco, y hoy se sintió incómoda, bueno, creía que viviría más tiempo alejada del hombre.
Tenían una cita para ir a comer en un restaurante del cliente de Diana abrió.
De pie, en la entrada de lujo, mirando a los dos porteros en traje, cubrió su cartera: —es muy cara la comida, si no mi cliente no me invitara, no me presentaría aquí.
Cecilia se rio suavemente: —Si no es cara, ¿cómo puede tener dinero para comprar antigüedades?
—Así es —Diana le cogió la mano—, vamos, voy a enseñarte qué rica soy.
El restaurante estaba decorado con cristales panorámicos, podían ver claramente el interior. Las dos se detuvieron al llegar a la puerta porque Cecilia había visto a una mujer en un asiento a la ventana, frunció los ceños.
Diana también, dijo con disgusto: —¿cuándo ha vuelto?
Cecilia negó con la cabeza, que no tenía ni idea.
La mujer que ocupaba el asiento a la ventan