“Si. Tengo su teléfono”. Chester le lanzó una mirada en secreto a Eliza. “Está comiendo avena en la cama”.

Comiendo avena en la cama…

Sus palabras la hicieron pensar en algo.

En unos segundos, una trama cursi pasó por la mente de Freya. ¿Chester podría haberse aprovechado de Eliza mientras las dos estaban borrachas ayer y ellos se acaban de levantar?

Freya estaba muy preocupada. “¡Chester, b*stardo! ¿Qué le hiciste a Eliza?”.

Su voz era tan fuerte que Eliza también escuchó lo que Freya dijo. No podía soportar más a Chester, Eliza extendió su mano. “Chester, dame mi teléfono”.

“Ruégame”. Chester levantó las cejas.

Eliza sintió las ganas abrumadoras de arrojarle el plato de avena a la cara en ese mismo momento, pero se contuvo.

No podía actuar por impulso cuando trataba con personas como Chester. ¿Quién sabe si le volvería a meterle la cabeza en el lavamanos?

No quería pasar por lo que pasó ayer.

Por otro lado, Freya insistió que Eliza contestara la llamada. Sin embargo, Cheste