Kate no salió de su habitación en todo el día. Solo bajó a la cocina para servirse el almuerzo, mientras el agente García, con los demás guardaespaldas se encontraban en el jardín de la casa.
La joven lo observó desde una de las ventanas, y como si ambos siguieran un llamado del corazón sus miradas se cruzaron.
Kate, enseguida giró su rostro hacia el plato de comida; sin embargo, Fernando a paso lento se dirigió a la cocina.
—Señorita Katherine —expresó y la miró con ternura—, perdone molestarte, quería preguntarle si me necesita hoy.
Kate arqueó una de sus cejas y observó a Fernando con intriga.
—¿Por qué? —indagó ella.
—Es que requiero permiso para salir temprano.
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