Los siguientes días, no me despegaba del teléfono. Se acumulaban los mensajes en mi bandeja, se acumulaban las sonrisas en mi cara y los suspiros en mi boca. Ese hombre coqueteaba conmigo cada segundo, y sus pequeños guiños y expresiones no me dejaban de animar el fuego en mi interior. Solo esperaba para verlo.
“Prima, hoy habrá una fiesta en el hotel Joya,” Vanesa se acercó con su pequeña y disimulada sonrisa.
Sabía lo que diría, sabía lo que tramaba, ¿cómo no iba a ser evidente? Pero… tal vez, por hoy caiga en su trampa. Solo hoy.
“Es para festejar el inicio del año, ¿verdad?”
Yo había recibido la invitación, l