Capítulo 33

— Me vuelves loco...

Él dejó que fuera ella quien siguiera llevando el ritmo. Theresa intentó aminorarlo de nuevo para que el momento durara una eternidad. No obstante, el deseo lo dominaba todo. La sangre rugía en sus venas, no podía detenerse, no podía aminorar sus movimientos, no podía controlarse. Siguió moviéndose con frenesí, con las rodillas pegadas a las caderas de Michael, que levantaba el cuerpo para hundirse más en ella cada vez que descendía. La tenía aferrada por las caderas mientras ella subía y bajaba, el inmenso placer les asaltó los sentidos y los impulsó al clímax al mismo tiempo. Una experiencia maravillosa y única para los dos.

Muy temprano en la mañana Michael entró en su despacho y George ya lo estaba esperando.

— Quiero que te vayas inmediatamente a Londres y le des aviso a Wadlow que es la

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