Capítulo 1

Ana Scott era Italiana, pero tenía descendencia americana, era una adorable omega de cabello castaño, piel blanca y ojos grandes color miel, su madre había migrado desde su país de origen a Italia por mejores oportunidades, hasta que conoció a su padre y se enamoraron.

De aquel maravilloso amor nació ella. A simple vista podía parecer torpe e incluso tonta, pero nada de eso estaba más lejos de la realidad. Ana tenía un coeficiente de ciento treinta que la hacía una genio, casi llegando a los ciento cuarenta y ocho de Félix.

Cada uno tomó su asiento en primera clase. Mat supo administrar muy bien la herencia de sus padres, con la ayuda de su tío, se hizo dueño de unas cuantas empresas que le dejaban muy buenas ganancias, no quería saber más de negocios ilícitos, prefería mantenerse alejado de toda esa vida que había llevado a sus padres a la muerte. Al menos hasta que encontrara al Alfa que tanto estaba buscando. No le importaba si en el proceso él también perdía la vida, siempre y cuando lograra su objetivo.

Ana miró asombrada el interior del avión, soltó un chiflido y se puso cómoda en su asiento. Estaba emocionada por su primera vez viajando a otro país.

—¿Y esto para que es? —musitó para sí misma, presionando un botón rojo. Esperó a que algo sucediera, pero no paso nada, se encogió de hombros en busca de otro botón que presionar, mientras se mordía el labio, curiosa.

—Deja de jugar con eso. —Mat la llamó. Ana lo miró de mala gana soltando un mohín, y se cruzó de brazos como una niña regañada.

—Diji di jigir cin isi —dijo entre dientes formando una mueca graciosa.

Mat rio disimuladamente ante el berrinche de su amiga, iba a reprenderla cuando una azafata omega se acercó a ellos, le sonrió al azabache con amplitud y de forma coqueta, para nadie era un secreto que el alfa petulante con un fuerte olor a chocolate amargo era un gran playboy. Dejando de lado su sed de venganza, la cual siempre ocupaba su mente, se distraía de vez en cuando con omegas tan dispuestas, como la que ahora estaba en frente de él, era como Mat le decía, un desahogo emocional. El caso era que esta vez no le apetecía tener nada con nadie, se quería concentrar en su objetivo, por lo que usar a su amiga siempre fue su mayor escudo ante situaciones no deseadas como esta.

—Buenos días. ¿Disculpe, se le ofrece algo? Apretaron el botón de emergencia —preguntó la azafata sin dejar de sonreír, mientras hacía un exhaustivo recorrido a todo el torso del alfa.

Mat era de complexión corpulenta sin exagerar, pero se podía apreciar su pecho musculoso si se ponía una prenda ajustada, en ese momento ni siquiera iba vestido de manera atractiva, incluso se puso lo primero que encontró, pantalones de mezclilla deslavados y una camisa negra de manga corta que dejaba ver los tatuajes de sus brazos, pero tal vez era esa aura de chico malo y misterioso que llamaba mucho la atención.

Ana miró el botón que señaló la Omega azafata, era el mismo que había presionado. Carraspeo su garganta, apenada, llamando la atención de la aludida por primera vez, la sonrisa de la azafata se aflojó al percibir el suave aroma a sidra de manzana de Ana, pensando que ella sería la acompañante del Alfa. Estaba siendo muy indiscreta respecto a su mirada hambrienta sobre él, simplemente no podía evitarlo, era todo un bombón, uno muy guapo y sexy.

La castaña miró a su amigo con una sonrisa pícara al percibir que la pobre omega estaba bajo el efecto Tonson. Daba gracias a la Diosa luna que ella fuera inmune a sus encantos, al contrario, se preguntaba que era lo que le veían al odioso de Mat. Al principio quiso alentarlo, vale, sexo en el avión sonaba como una buena fantasía sexual, pero cuando el azabache la abrazó por los hombros supo por donde iba el asunto.

—Disculpa la molestia, hemos apretado el botón sin querer. —La miró serio, sin ningún atisbo de tener interés en ella.

La omega pudo sentir aquel rechazo y bajó la mirada cabizbaja. Estaba a punto de retirarse hasta que Ana la llamó de nuevo. La verdad agradecía que preguntara si se le ofrecía algo, porque efectivamente así era.

—Ya que está aquí. ¿Podría traerme algo de comer? Es que salí de casa con prisa y no probé bocado. —Se sobó su panza aguantando el hambre. Mat rodó los ojos y quitó su brazo de sus hombros, su amiga era como una pequeña niña. Creyó haber dejado las cosas claras con la omega, así que también se dispuso a pedir algo de comer.

—Un sándwichito, con su quesito y su jamón. —A veces su amiga le daba pena ajena.

—Lo siento mucho, pero no servimos ese tipo de comida en primera clase. —La azafata la miró apenada.

Ana cambió su expresión a una confusa.

—¿A no? ¿Entonces, qué sirven? —Soltó un puchero, quería un sándwichito.

—En un momento le traigo la carta. Permítame...

—Yo quiero unas fresas con crema y una soda, por favor —Mat le dijo mirando su móvil, la azafata asintió cabizbaja y se marchó.

—Eres terrible. —Ana se burló—. Mi gigoló favorito está perdiendo su toque. —Mat río bajo.

—No es mi tipo.

—¿Y eso cuando te ha detenido? —Alzó una ceja, sugerente.

—Solo quiero mantener mi mente en una sola cosa. —Su rostro se endureció y el de Ana igual.

Entendía lo importante que era encontrar y destruir al alfa que asesinó a sus padres, Aún recordaba la primera vez que lo conoció. Cuando fue a pedir empleo a su empresa, trató de seducirla, era el gigoló de ahora, en eso no había cambiado. No imaginó que esos trucos de chico malo no funcionarían con ella, tal vez fue por eso que bajó la guardia, entonces, Mat empezó una amistad con una omega por primera vez, era algo extraño, incluso para él. Los años fueron pasando y la confianza entre ellos creció al grado de contarle todo sobre su pasado, en ese momento, Scott entendió por qué se comportaba así, y decidió ayudarlo con su venganza cuando fuera necesario, ahora ahí estaba, de camino a Los Ángeles.

Aunque Tonson tuviera sus defectos sabía que había sufrido lo suficiente para actuar como lo hacía. Dejando de lado lo gruñón, petulante y promiscuo que era, podía llegar hacer un buen amigo y jefe.

Dejaron la charla de lado y se concentraron en degustar lo que llevaron para comer. Ana no entendía esa extraña obsesión que tenía con las fresas con crema, era casi una adicción, si no lo conociera juraría que solo comía eso, pero no era así, el cuerpo que tenía era gracias a su disciplina en el ejercicio y a la alimentación, aunque la genética también era partícipe.

Después de unas horas, Félix, Mat y Ana estaban sentados en una sala privada donde planearían con sumo cuidado lo que harían. El alfa mayor le pidió a la Omega los documentos que le había encargado, era la información recopilada de Dalan Tonny, pero no tenía buenas noticias.

—¿Qué sucede? Mat observó la cara seria de su tío, antes de que este colocara sobre la mesa la información que le había entregado Ana.

El azabache lo leyó por sí mismo y al hacerlo apretó sus puños con furia y tensó su mandíbula, esto no podía ser posible.

—Lo siento, Mat. Dalan Tonny fue asesinado hace algunos años —musitó la Omega de forma decaída.

Era el único que conocía al asesino directo de sus padres, no tenía nombre u otro enlace con él, solo la imagen de su rostro en su cabeza. Se sentía en un callejón sin salida.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

Ana miró a Félix, ella tampoco sabía por qué le había ocultado esa información a Mat, él tenía conocimiento de esto mucho antes de que ella le entregara los papeles, se lo había dicho.

—Tengo una ligera sospecha de saber quien es el asesino de tus padres. —Félix dijo serio y abrió su portátil buscando el periódico local del país. Mat lo miró expectante.

—¿Quién? —Necesitaba tener una pista, lo que fuera con tal de dar con ese maldito.

—Quiero que veas este articulo... —Le mostró la nota en la sección de política de esa semana en el periódico. En esta se veía el título como el Hombre del futuro y la foto de un Alfa; de cabello castaño, con una pequeña barba en candado, alto de piel morena y mirada penetrante. Mat se tensó cuando lo miró de nuevo y leyó la nota acentuando su furia en un solo nombre, Magnus Coleman.

—Ana, la otra información que te pedí, por favor. —La Omega se quedó pasmada por un momento, el olor de Matt era incomparablemente más fuerte y no podía evitar tener miedo ante un alfa furioso—. Tranquila, todo estará bien. —Ella se despabiló y se tranquilizó un poco, sabía que esa furia no era dirigida hacia ella pero al tener su lado animal, el Alfa era como una autoridad mayor. Le entregó lo que pidió a Félix.

Ahora recordaba como le había pedido que investigara a ese hombre, Coleman, no lo entendió hasta ese momento, era más que evidente que Matt lo había reconocido. Este tomó la carpeta que su tío le extendió, mientras sus ojos chispeaban por no tenerlo frente a él, como hubiera deseado eso.

—¿Quién es él? —dijo dudoso.

—Tenía mis sospechas sobre todo esto. Magnus era un matón de Dalan Tonny. Un día leyendo el periódico internacional me encontré con este artículo, es demasiado curioso lo que ocurrió con el. Como pasó de ser un simple matón a uno de los candidatos para la presidencia del país. —Félix alzó una ceja sugerente.

Su crecimiento era algo inimaginable, pasó de ser un peón y títere que solo se encargaba de hacer los trabajos sucios de aquel hombre, de la mafia coreana, a tomar el puesto como jefe y principal rival de la familia Burk. El primer paso para lograr su sueño era desaparecer a sus adversarios empezando por Edgar T, él padre de Matt era uno de los más poderosos mafiosos en el país y un claro obstáculo para el objetivo de Coleman. Desde el tráfico de armas y droga hasta el lavado de dinero, aquellos eran sus principales negocios, pero no conforme con ello, hace unos meses había explorado en el ámbito de la política, convirtiéndose en candidato para la presidencia del país y peor aún, era uno de los favoritos para el puesto.

Matt apretó sus puños con furia con rabia, no podía permitir que él hombre que le arrebató todo llegara hacer presidente. Félix observó la furia en los ojos de su sobrino, estaba decidido acabar con Magnus y no podía negar que el estaba esperando por ello.

—Acabare contigo —musitó Matt con rabia, señalando la foto del monitor.

—Matt ¿Qué haremos? —Ana tomó la palabra—. Ahora que es candidato su seguridad debe ser atroz no podemos hacer nada por a hora necesitamos.. reclutar gente...

Tonson lo sabía y lo sopesó, necesitaba un buen plan y sobre todo ejecutarlo sin fallas, solo tenia una oportunidad y no la dejaría pasar. Como el gran francotirador que era podía hacerlo simple, hakear su agenda, ver en qué lugar y a qué hora estaría, esperarlo en un edificio alto y ¡pam!

Pero no era tan fácil como eso, quería tenerlo enfrente, ver en sus ojos el terror personificado, y que cuando se cansara de hacerlo suplicar por su vida era algo que Moria por hacerlo, le confesaría que el era el niño que había dejado a su suerte en aquel sótano, junto a los cuerpos de sus padres muertos solo para dejarlo morir igual.

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