—¿Qué le dijiste? –le preguntó Diana a Daniel cuando estuvieron a solas de vuelta a su casa. Daniel estaba en el otro extremo de la cama, llevando ya su pijama y con las luces apagadas.
Habían llegado bastante tarde de casa de David, y Diana sospechaba que era evitando llegar a casa demasiado temprano y ponerse sólo a mirarse las caras.
No era la primera vez que algo así sucedía. Daniel estaba evitando estar a solas con ella demasiado tiempo. A veces se levantaba por la mañana y él ya no estaba en la cama, y luego lo veía entrar con su ropa de deporte luego de haber estado en el gimnasio por horas. No se molestaba en encender el calentador de agua para ducharse, y cada vez que la besaba era más distante.
No había dejado de llamarla durante el día, sonreírle y hablarle de todo, pero su cuerpo cada vez estaba más y más alejado, justo co