Erotico

Narrando recuerdos sumisas o sugars de Adrien

masturbábamos online, el uno frente al otro, sin mediar palabra. Siempre me pedías por escrito que pusiera una almohada debajo de mi culo para que pudieras ver mejor mis dedos desentrañar un coño complejo y mojado. Así nos conocimos. Por internet. Y así decidimos alimentar esta relación. Como the good old school, me decías. De manera epistolar, usando lo mejor de las nuevas tecnologías. Y así estuve meses con la mano hundida en mi coño, las piernas temblando, débiles, contrayéndose en breves espasmos, los pómulos rojos y la boca seca. Leyéndote. Conectados en una oscuridad rota por la luz del ordenador, me pedías darme la vuelta y mis muslos me pesaban. Mi pelo se derramaba por el colchón y por mi cara sudada al cambiar de postura y al arquear exageradamente la espalda para que pudieras ver bien mi culo. Tu sombra parecía una aparición fantasmagórica. Ábrelo bien, decías. Quiero verlo palpitar para mí. Y

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