Al menos ellas más felices que Carmen, eso era seguro. Yo con ella había comprado joyas preciosas. Pero, mi mate parecía confundida.
— Son lindas, eso solo que... son muy lujosas para usarlas. Quizás en una fiesta… — dice ella y me doy cuenta de que ya no tartamudea. ¿Será que ya no me tiene miedo?