Capitulo XXVI

Las horas parecen interminables haciendo la espera aún más insoportable. Mi ansiedad está por el techo. No encuentro con qué distraerme. Siguiendo el consejo de Lou, decido ir a correr. No estoy en forma para nada, al poco tiempo noto mis pulmones irritados por la falta de oxígeno. Por lo que decido regresar caminando. El calor comienza a enrojecer mi piel y me protejo a la sombra de un inmenso árbol.

Me siento en la banca mientras veo a los niños jugar en el parque. Sus risas me sacan una sonrisa, por unos segundos, olvido que el mundo es un infierno en la tierra. Olvido la inmensa crueldad sobre la que está construido. Y las decenas de almas que aún no encuentran paz.

Me cuesta imaginar que todas esas jovencitas estén con vida. Pero la esperanza alimenta mi conciencia al no haber encontrado más cuerpos. Me aferro a las palabras de Falcón. “No es buen negocio perder activos

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