Adriano supo con exactitud en ese punto que la última barrera había sido pasada, ya no quedaba nada del hombre del inicio, ya no quedaba tiempo para reflexionar o pausar. La violencia sabía demasiado dulce como para renegar de ella. El poder era lo único que podía saciar su sed. Ya nada volvería a ser como antes.
La culpa pronto quedó atrás. Ya no tenía escrúpulos.Por fin había desatado al monstruo. Y era feliz. Condujo su coche como si no importara ni la velocidad ni las normas. En el retrovisor podía ver a ese adolescente que algún día fue estallar en alegría. Había regresado con fuerza.Dominik a su lado sería historia.Aparcó finalmente el coche de cualquier manera en el parking de la casa donde Marlon se hospedaba y llamó con insistencia el timbre. No saldría de esa casa sino