Capítulo 2

Mía Morales

Al llegar a la empresa, subo directo a la oficina de la señora Mónica; esta me recibe con una gran sonrisa y me saluda.

—Hola, Mía. ¿Cómo estás? ¿Emocionada?

—Hola, señora Mónica, sí, bastante emocionada. Sin embargo, me intriga lo que desea hablar la señora Payne conmigo.

—Tranquila, de seguro no es nada malo. Pasa.

A los pocos minutos vemos la figura de la señora Payne entrar.

—Buenos días —saluda. Yo me levanto de inmediato y hago una leve reverencia.

—Buenos días, señora Payne —profiero.

—Hola, Mía, ¿cómo te encuentras? Mónica, nos volvemos a ver —se gira y mueve su cabeza a modo de saludo.

—Buenos días, señora Payne. Un placer tenerla de nuevo por aquí —responde.

Ella sonríe de forma natural asintiendo.

—Mía —se dirige a mí—: Quizás te preguntes por qué te elegí a ti después de lo que hablamos ayer. —murmura y yo asiento con curiosidad—. Verás, lo cierto es, que yo también soy madre y sé lo que es trabajar duro para sacar a los hijos adelante. Quise ponerte a prueba, ver hasta qué punto eras capaz de llegar al tocar el tema del dinero y de tu hija. Eso me hizo darme cuenta la clase de persona que eres, por eso te elegí.

¡Vaya! Conque era eso, nunca lo imaginé…

—Muchas gracias, señora. Estoy agradecida —respondo, sincera.

—Te contraté para que trabajes en la casa de mi hijo Harry; no obstante, él no tiene tiempo para estas cosas, pasa ocupado la mayor parte del tiempo y viaja mucho por temas de negocios, así que yo me encargo de sus asuntos personales.

»Como te dije antes —continúa—, todos los beneficios son ciertos, vivirás en la casa con tu hija, de seguro con eso podrás iniciar una base para su operación y yo te ayudaré, así que no te preocupes por eso

»Lo único malo y más importante en esta conversación, es que a mi hijo no le agradan mucho las personas fuera de su entorno, los niños ni se diga, no los tolera. Así que, te voy a pedir por lo que más quieras, no permitas que él vea a tu hija correteando en la casa o por los alrededores cuando se encuentre allí. —Me tenso y ella lo nota—. Ustedes se hospedarán en una casita que se encuentra un poco alejada de la principal, por tanto, no veo problema en ello. Además, vivirás con Grace y su esposo Tom, son los señores que han estado al pendiente de todo durante muchos años. Quieren a Harry como si fuese su hijo, trabajan con él desde siempre; Grace era su nana. Te aseguro que te llevarás muy bien con ellos. ¿Tienes alguna pregunta?

—¡Vaya! Es mucha información para procesar —reconozco con una sonrisa—. Pero estoy dispuesta a aceptarlo, además mi hija no es tan pequeña y es bastante madura para su edad, no se preocupe por ello. Lo que si le dejo claro es que me da un poco de temor que su hijo se entere de la existencia de Michelle y quiera echarme a la calle, ¿no cree que es un poco riesgoso? Lo digo porque estoy dejando todo por este trabajo…

—No te preocupes, si llegara a pasar eso yo misma te daré trabajo. No quiero que te quedes en la calle por lo idiota que puede llegar a ser mi hijo a veces.

—Perfecto, no tengo problemas. A fin de cuentas, estaré en su misma propiedad —respondo.

—Muy bien, aclarado el tema podemos irnos. Pasaremos por tus cosas y te llevaré a casa de mi hijo.

Al llegar a la entrada del edificio, veo cómo se estaciona una camioneta negra muy lujosa. De ella sale un hombre muy guapo. 

Abre la puerta y entramos. Me encuentro un poco nerviosa durante el camino mientras veo como la señora teclea rápidamente en la pantalla de su teléfono.

—Gracias de nuevo, señora Payne.

Me sonríe.

—Haz tu trabajo tan bien como Mónica me habló y estaré más que satisfecha.

Asiento.

Vamos en camino cuando de pronto la escucho preguntar:

—¿Tienes contacto con el padre de tu hija?

—Sí, señora. Quedamos en buenos términos, pero debía salir de mi país por el bienestar de nuestra hija y él lo aceptó.

—Qué bueno, ¿y él trabaja?

—Sí, aunque sus ingresos apenas alcanzaban para ayudarme con las cosas primordiales de la niña. Yo ganaba más que él y, aun así, no cubríamos todo. La economía estaba por el suelo así que tomamos una decisión que cambió la vida de todos —me quedo observando por la ventanilla del auto pensando en toda esa situación.

—Entiendo... 

Recogimos a mi hija en el piso y fuimos a la casa del propietario.

—Buenos días, bienvenidas —nos saluda una señora con una gran sonrisa en su rostro.

—Buenos días, muchas gracias —respondo con cortesía.

—Un placer. Soy Grace y este es mi esposo Tom.

—Un gusto, soy Mía y esta es mi hija Michelle —nos presentamos y pasamos a la casa.

Con Michelle nos quedamos mirando todo el interior del lugar, es realmente hermoso. Nos hacen pasar hasta la sala donde procedemos a conversar.

—Bien Mía, como te expliqué anteriormente, te quedarás con ellos en la otra casa. Yo debo retirarme, Grace te mostrará todo el sitio y las llevará a instalarse. Puedes tomar el resto del día para acomodar tus cosas y ayudar en lo que necesite Grace. Mañana inicias tus labores. Yo estaré viniendo esporádicamente para ver cómo vas con todo, en estos momentos Harry se encuentra de viaje, llegará el viernes, cualquier cosa que necesites se lo informas a Grace y ella me lo notifica, ¿está bien? —expresa la señora Payne.

—Me parece perfecto, señora, muchas gracias. —Nos levantamos y nos dirigimos a la entrada. Allí se encuentra Freddy con el señor Tom y con él nuestras maletas.

—¿Michelle? —se dirige la señora Payne a mi hija—. Eres una niña muy linda, me agradó charlar contigo. Si necesitas alguna cosa no dudes en hacérmelo saber, ¿de acuerdo?

—Así lo haré, señora. Gracias —le responde.

Una vez se marcha, nos dirigimos en compañía de Tom y Grace a la otra casa para acomodarnos.

—Muy bien, hemos llegado. Esperamos hacerles la estadía amena mientras se encuentran aquí. Nos agrada tener compañía, ya nos hacía falta —dice la señora Grace, sonriendo.

—Gracias por estar predispuestos a ayudarnos. Es muy difícil conseguir un buen trabajo siendo extranjera.

—Sabemos que es así. La señora Payne nos dio buenas referencias, además, cuando nos comentó que tenías una niña y el motivo por el cual necesitabas un trabajo más estable, no dudamos ni un segundo en aceptar; así que no te preocupes por ello —comenta Tom.

—Les agradezco de corazón.

Luego de mostrarnos la casa donde habitaremos, nos dirigimos a nuestra habitación y comenzamos a desempacar. Es muy acogedora y linda, me gusta mucho a decir verdad. Tiene dos habitaciones, cada una con su respectivo baño; también hay una pequeña sala de estar junto al comedor y la cocina, además de un cuarto para lavar la ropa. Aparte, en el exterior hay un pequeño jardín que sin duda Michelle sabrá aprovechar muy bien.

—¿Qué te parece la casa, cariño? —Le pregunto.

—Es muy bonita, mamá podré jugar afuera con mis juguetes —dice emocionada.

—Así es, cariño, me alegra que te guste el lugar. Mantendremos la misma rutina que antes, te llevaré a la escuela y te recogeré. Harás tus tareas y luego podrás jugar en la habitación o en el jardín, yo vendré por ratos a verte, ¿está bien?

—Sí, mamá.

Después Grace me muestra la casa.

Hacemos un largo recorrido. La casa es grande y muy hermosa, aunque es diferente a las que he limpiado, las anteriores siempre tienen ese toque femenino por algún lado. 

En cambio, puedo notar que el señor Harry no tiene familia. No hay ropa femenina, ni fotos o algún indicio de que viva con alguien más. Pienso que es muy grande para una sola persona, pero no soy quién para juzgar.

(...)

Una semana después

Ahora que me adapté al trabajo, dispongo de más tiempo libre para pasarla junto a mi hija. De Harry digamos que aún no lo conozco.

En estos momentos me encuentro limpiando la oficina del señor Harry con los audífonos puestos mientras se reproduce la canción "Lumbra". Amo esta canción, es vieja, aun así me gusta mucho, es de Cali y El Dandee.

Comienzo tararear la letra y me pierdo en ella… Escuchar a estos artistas me llena de alegría porque me recuerda mucho a mis amigas y me encanta sentirme cerca de ellas así sea recordando nuestras canciones preferidas.

Obviamente, no están de más los movimientos que hago mientras escucho la canción. Estoy encima de un banco sacudiendo el polvo de la biblioteca, pero al bajarme me giro para acomodar el banco en su lugar y me asusto.

En el marco de la puerta se encuentra el hombre más perfecto que he visto, es sin duda hermoso. Está recostado de un lado con una… ¿Sonrisa? «Trágame tierra y escúpeme en otro lado que no sea aquí, por favor».

Me quito los audífonos sintiendo como mis mejillas se encienden. Es decir, primero no sé quién es, «¿será Harry?» Y si es así, ya me doy por despedida definitivamente. «¡No puede ser, Dios mío!».

—Disculpe, señor. No me di cuenta de que había alguien aquí —me sonrojo y hago un gesto como de reverencia. Comienzo a recoger las cosas para retirarme, cuando noto que comienza a acercarse.

—¿Quién eres? —pregunta.

—Soy la chica que ayuda a la señora Grace; me encargo de la limpieza, señor. Pero ya me retiro, no quiero incomodar —una vez digo esto, su rostro me desconcierta.

—No tengo problemas en que continúes trabajando, solo vine a buscar unas cosas y me retiro.

«¡Dios mío, si es Harry!»

—Sí, señor —asiento, mientras me siento apenada con toda esta situación.

Vuelvo a colocarme los audífonos, aunque ya no estoy escuchando nada, quiero que él lo crea para que no me corra en estos momentos. Termino de limpiar la biblioteca y continúo con el resto de la casa, hasta que se hace la hora de ir a buscar a Michelle.

Mientras salgo de la casa, cavilo que debo comentarle a Grace lo que me pasó para que hable con la señora Payne; estoy segura de que desde hoy no seguiré trabajando aquí. Aunque la verdad, no puedo pasar por alto lo bello que es Harry, cabello castaño, ojos color miel, barba perfectamente afeitada, porte de hombre imponente, y unos pectorales que a simple vista reflejan lo bien trabajado que está su cuerpo; todo de él me cautivó inmediatamente…

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