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Bylsorm

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Para Olivia, que había querido explorar aquel bosque, fue una idea que la llevo a estar en una tormenta, asustada, caminaba sin poder recordar por donde había venido, cada relámpago la alteraba mientras solo intentaba regresar a su hogar.

La lluvia la había dejado atrapada en aquel infinito tropical en donde se encontraba, su cuerpo fallaba por el esfuerzo que estaba haciendo para seguir estando de pie, su respiración se descontrolaba mientras intentaba no hacerse daño.

Se tensó al escuchar un fuerte sonido, el rugido volvió a escucharse provocando que caiga al suelo, cayó en el lodo llenando sus prendas de aquella suciedad mientras su cuerpo temblaba de miedo.

Guro que el primer ruido había sido un disparo, se escuchaba cerca y era lo que más le causaba miedo. Su corazón bondadoso, que se mantenía oculto, salió, pensaba en si era bueno ir a ver si nadie estaba lastimado, pero nada le aseguraba que ella no saliera lastimada.

Solamente el sonido de la lluvia la mantenía algo calmada, pero no por mucho, ya que pronto unos pasos pesados se escucharon por la zona cerca de ella, algo que hizo que se hiciera bolita en el suelo. Podía ser más tormentoso aquel bosque en sus primeros días en aquel nuevo país.

Olivia comenzó a imaginar su final cuando aquellos pasos parecían ir hacia ella, y solo al ver una sombra grande trago con dureza la saliva atascada en su garganta. Una que no le permitía gritar, aunque más quisiera. Cuando aquel impulso lleno de adrenalina la tomo quiso correr, pero una gran mano tomó su pie, algo que la hizo caer nuevamente, sollozo asustada mientras aquella mano seguía subiendo por su cuerpo mientras pensaba lo peor.

Se quedó helada cuando esa misma mano tapó su boca, silenciando sus lloriqueos, su piel se estremeció mientras cerraba los ojos con fuerza sin querer ver más su fin en ese mundo.

— Shhh... guarda silencio o te matarán...—. La voz de ese hombre sonó demasiado dominante para ella que solo guardo silencio en el segundo que él habló. Su parte natural era sumisa, por lo que no fue ningún problema el hacerle caso al hombre que la mantenía quieta por el peso de su cuerpo sobre ella.

Después de largos minutos la mano grande que tapaba su boca se alejó, giro su rostro temerosa y únicamente por el deslumbrar de un relámpago logró ver el rostro de ese hombre, se quedó inmóvil. Estaba jurando haberlo visto en algún lugar, pero su mente en ese momento no cooperaba demasiado, se sentía tímida y asustada por lo que ocurría, por lo que solamente trataba de no hacer nada malo.

— ¿Sabes dónde estamos?—. Su mente cooperó en un instante, alejando por un momento aquel pensamiento en donde le aseguraba que ese hombre era el más hermoso que había visto antes.

Era algo atrayente para ella, pero, aun así, se mantenía alerta ante todo por el aura intimidante de aquel sujeto. Sin saber muy bien que se estaba metiendo en algo oscuro para ella al estar mucho tiempo con aquel hombre, no sabía de aquel peligro y tampoco tenía en cuenta el cómo él la miraba.

— En Bylsorm, lado norte.

— Te ordeno que me lleves a la casa principal de Bylsorm— no se movió, se asustó rápidamente por la potencia de la voz —. ¿Te lo repito nuevamente?

Esa voz potente y gruesa era normal de un Alfa, por lo que ella simplemente agacha su rostro, su mente hizo clic cuando otro relámpago apareció por todo el cielo alumbrando un poco aquella oscuridad.

Y aquel rostro de procedencia a un "Dios" nunca antes visto, pero trataba de no verlo tanto, a veces aquellos Alfas tenían un ego demasiado grande.

Lo que no sabía es que ese mismo Alfa era la palabra peligro para ella.

— No sé dónde está aquella casa principal, soy nueva en el lugar. Lo siento, Alfa—. Murmura apenada aún cabizbaja.

Olivia se espantó cuando sintió cómo él la olfateaba de cerca de ella, muy cerca de su cuello, siendo algo que solo veía en los imprimados o marcados, una mirada roja la observo haciendo que sintiera más miedo de lo que ocurría.

Le preocupó que aquel Alfa la olfateara cuando estaba más sucia que cualquier otra cosa en ese momento y ahora le preocupaba que estuviera llena de lodo, pero exclusivamente era por la presión dominante que ponía sobre ella la presencia de aquel felino.

— Ayúdame—. Rápidamente, se incorporó, él susurró de ese Alfa, la hizo sentir extraña más cuando sintió la respiración de él sobre su piel y en un intento de alejarse se propuso a ayudarlo. 

Olivia observó a aquel Alfa que parecía más fuera de sí, se regañó por dejar ver aquel lado tierno e inocente de ella que la hacía preocuparse por todo sin comprender lo que sucedía a su alrededor.

Aunque Olivia fue poca ayuda para aquel Alfa por la diferencia en sus físicos, no parecía querer alejarse de aquella coneja que solo miraba el camino intentando no perderse. El felino la guio sin ella entender hacia donde iba, solo hacía caso sumisamente.

Olivia se mantenía atenta a todo mientras su seguridad crecía dentro de ella al ver su casa, aquella que tenía las luces encendidas a altas horas de la noche por la ausencia de ella. Sonrió levemente captando la atención necesitada de aquel felino, uno que parecía pensar diferente a ella en algunas cosas.

Asustada y con latidos acelerados abrió la puerta, aquel felino se detuvo haciendo que ella se detuviera mientras temblaba ¿esa sería su muerte?, respiro profundamente cuando aquel felino miro su alrededor.

Lo dejo en el suelo del pasillo descansando por un momento antes de asustarse por la sangre que veía en su ropa y en el suelo, aquello era demasiada sangre y tenía miedo de lo que ocurriera con aquel felino.

— Nada más me ayudarás y no dirás nada a nadie—. Olivia asintió frenética, aquello parecía ser algo malo, por lo que sintió más miedo.

Lo miro agonizar en ese preciso momento, solo hizo un mínimo gesto por el susto al mirar el cuerpo de él en el suelo por completo, su cuerpo nuevamente tembló. Era demasiada sangre la que veía, pensó en dejarlo ahí tirado, huir lejos. Nadie la conocí y no sabrían nada, por lo que no tendría que hacerse cargo del cadáver, pero mirar a ese Alfa la hacía sentirse mal.

La hacía actuar de aquella manera que procuraba mantener oculta.

 ¿Y si tenía un puesto de alto cargo?, ¿y si iba por ella después?, ¿la podría matar?

Tantas cosas pasaban por su mente, con todas sus fuerzas arrastró al felino hacia otra zona de la casa, lo dejó en el suelo de la sala porque si alguien veía sangre en su casa de seguro opinarían mal sobre ella, y no quería que la vieran de mala forma o la acusarán de algo.

Olivia se asustó cuando el cuerpo de ese hombre se removió, las manos gruesas la volvieron a agarrar haciéndola caer sobre él, tenía el rostro tan cerca de él que podía ver perfectamente cada facción del rostro de ese felino.

— Necesito que cosas la herida— se quedó congelada por aquello y trato de poner distancia por lo nerviosa que se ponía con la mirada de ese hombre, pensó en todo ella no sabía nada de medicina o de coser heridas —. ¿Cuál es tu trabajo?

— S... soy asistente de una modista —. Balbuceo nerviosa.

Una de las manos del hombre agarró su pequeña mano, dirigiéndola por la complexión de él hasta la herida, tembló nuevamente al sentir la sangre en sus dedos y  aquella sensación era extraña para ella.

— Es lo mismo que una tela, solo que con piel, te diré lo que ocupas...

Por su casa corrió tratando de encontrar las cosas que aquel felino dijo, sus piernas temblaban, al igual que sus manos y labios, paso sus manos por su cabello revolviéndolo mientras miraba al felino, nerviosa de lo que hacía.

La lluvia fue testigo de cómo una pequeña conejita intentaba detener el sangrado de un felino, rezaba hacia aquella diosa que les dio vida, y esa oportunidad de tener razonamiento y voz.

El amanecer fue una pesadilla para ella mientras cuidaba de aquel hombre que permanecía ahora dormido en el sofá de su sala, sin darse cuenta cayó dormida recostando su rostro en uno de los brazos del felino.

Después de haber llorado y sufrido tanto por un ser que apenas conocía, cayó en un profundo sueño, se imaginó tantas cosas que al final había caído dormida. Cuando despertó era tarde, el sol parecía ocultarse, camino con pereza saliendo de su cuarto hasta el sofá de la sala en donde había dejado a aquel felino después de cambiar la camisa sucia que él traía.

Por suerte, para él, ella había hecho un prototipo de una camisa, y por error la hizo demasiado grande. Y fue perfecta para él, por ser alguien de diferente complexión a la que ella ha visto.

Sus ojos se abrieron angustiada de no encontrarlo, su cuerpo se congeló en su lugar, y su mente estaba confundida en ese momento, había recordado haber caído dormida en el pecho de aquel hombre mientras trataba de saber que nada malo le ocurriría a él. Solamente se mantenía sentada sobre sus rodillas en el frío suelo mientras con un trapo intentaba limpiar la sangre de la zona dañada.

¿Él la dejó en su cama?

Los pensamientos de Olivia comenzaron a atormentarla, ¿cómo despertó en su cama si ella cayó dormida al lado de aquel hombre?, todo estaba volviéndose confuso para ella.

Miró su alrededor, nerviosa, no había ningún rastro de aquella sangre que había embarrado todo el suelo, ella no limpio para nada bien aquello, por lo que seguía sucio en sus recuerdos.

Pero ahora todo estaba impecable, parecía que lo de ayer había sido un sueño. Cayó en aquel sofá, confundida de todo, intentaba encontrar respuesta sobre si lo que ocurrió ayer fue verdad.

Se asustó por algún momento, ella no sabía quién era aquel felino, tembló cuando un frío aire pasó por su cuerpo asustándola mientras pensaba en él. ¿A quién ayudó?, sabía que el recuerdo de aquel rostro hermoso nunca lo olvidaría.

Era serio, tenía una complexión tosca. Alto, demasiado para ella, a sus ojos parecía un gigante. Quedó asombrada por aquel hombre que hasta en una de sus imaginaciones creyó que sería una aventura amorosa en un futuro. Tenía un rostro con facciones demasiado duras, algo que le llamó la atención.

Por un momento, en aquella noche, Olivia reía por sus ideas disparatadas que solo eran inicio de su desvelo, mientras aquel felino solo permanecía durmiendo a ojos de ella, cuando estaba más que despierto y atento a la mujer a su lado.

Atento a saber más de su nueva obsesión y de aquella coneja que se había metido en el camino equivocado mientras estaba en aquel bosque. Para ella ese día sería el peor día en su vida al haberlo salvado.

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