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En Bylsorm la historia del Rey era sonada, todos lo respetaban y admiraban como líder al tener uno tan demente. Sus hazañas eran conocidas como las más tenebrosas, pues dentro de ese reino la familia real tenía un gran peso.

Si escuchabas el apellido Piralt era una alerta a que el peligro se aproximaba, sabiendo que si te metías con alguno de ellos o con la pareja de uno de ellos, pagarías con tu vida.

Dentro de esta familia, estaba el rey, un ser oscuro gobernado por su parte animal. Una parte demasiado salvaje y peligrosa, te podías dar cuenta al mirar sus ojos rojos que representaban a su ser salvaje. Aun así, todos tenían miedo al solo estar en presencia del Jaguar más ágil dentro de la especie Jaguar.

Aquel cuento lleno de oscuridad brillo en su esplendor máximo al encontrar a aquella mitad, una mitad tan desigual a su pareja que no tenía sentido juntar a ambos.

Pero ese Jaguar tan detestable comenzó a sentir una obsesión por una coneja pequeña, tan terca y necia que sacaba su peor ser. Aun así, para Dmitry (el Rey Jaguar), esa conejita era suya en sus sueños más profundos y en sus pesadillas más vivas.

Diferentes especies y diferente comportamiento, todo en ellos era lo opuesto. El odio a primera vista existía en ellos y era tan palpable. Solo que a comparación de la conejita, Dmitry sentía algo siempre al mirar aquellos ojos tan distintos y únicos que ella portaba.

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