Mientras dormía, Raquel no dejaba de dar vueltas. En el lado izquierdo de la cama, sentía frío y soledad, por lo que a menudo, se encontraba moviéndose hacia la derecha, donde hacía calor. Aunque las almohadas eran un poco duras, como pan recocido, inconscientemente pensaba que eran reconfortantes. El aroma la atraía más que nada, la hacía sentir segura, así que durmió como un bebé durante toda la noche.
—Hmmm —murmuró, su sonrisa llegó hasta sus orejas mientras saboreaba ese aroma masculino que la envolvía.
"Este aroma es tan familiar", pensó Raquel. "Huele como Adrián".
"¿Adrián?" Abrió los ojos de golpe, y cuando vio que estaba abrazando al hombre como un oso de peluche, con su pierna alrededor de la suya, gritó silenciosamente: "¡Dios mío!"
Raquel se sobresaltó y cerró los ojos nuevamente. Recordó la serie coreana que había visto, en la que la protagonista despertaba en la misma situación, por lo que pensó: "¿Cómo es posible que me haya pasado lo mismo?"
En ese drama, la protagonis