Llamé su médico. En cuestión de 15 minutos él llegó. Estaba abrazada a Eduardo, y él estaba muy pálido.
—¿Qué ocurre..? —preguntó.—No puede mover el brazo —me acerqué corriendo y le expliqué.—Eduardo, vamos a tomarte la presión.—No, yo sabía que esto pasaría aunque no tan pronto ¿Qué más va a dejar de funcionar?—Eduardo... tienes que calmarte.—No, ahora ¿cómo podré levantar a mi hija..? si no puedo mover el brazo —dijo desesperado.—Eduardo, respira.—No, estoy cansado de esta vida, porque mi cuerpo no me responde. Estoy muy molesto, y tú me dices que me calme. Briana me dice que respires, no, no quiero respirar. No.me quiero caminar. Quiero volver a ser yo —comentó exaltado.Eduardo, mírame tienes que calmarte.—No, ¡no quiero calmarme! —comenzó a gritar, y se sobresaltó.El médico le inyectó algo y él se quedó dormido. Fue la peor escena que había experimentado en mi vida, d