De reojo pude ver, queda solo un trozo de pizza, habían desaparecido las otras dos. Estiré mi mano y la sostuve.
—¡Casi me quitan la pizza! —protesté.—¿De verdad estás mirando de reojo? La pizza esa que estaba.—Sí, está muy sabrosa y se devoran todo.—Podía pedir otra pizza más caliente.—No hace falta. Ya me comí media pizza.—¿Qué? ¿media pizza en qué momento..? —preguntó asombrado Eduardo.—¿Por qué me miras la panza?, no voy a engordar de un momento al otro.Eduardo dejó de verla.—Es solo que... me llamó la atención que sea es tan delgada y no tengas ni un poco de panza.—¡Oye!, tú también estás delgado y comiste un montón.— Entonces estás prestando atención a lo que como ¿no? —dijo sugerente, moviendo las cejas y yo puse los ojos en blanco.—No me interesa la cantidad de piezas que comiste, la verdad es que no me interesa nada de ti —dije.Un silencio sepu