—¡Exagerada! — comentó divertida mientras me abrazaba.
—Tengo una idea. ¿Qué tal si vamos a correr? — propuso Melisa.
—Estoy en mis días, Melisa. No puedo y lo sabes. Menos el segundo día.
—Tienes razón. Eres como una marea.
—Melisa, la regañé — y ella se rió divertida.
—Perdón. Bueno, ¿entonces qué haremos? — preguntó.
—No lo sé, quizás debemos ocuparnos de los niños. ¿Qué tal si él los lleva a pasear?
—Entonces, estas son las novedades de todo el día — preguntó.
—Vino el autor un ratito, me dio un trozo de chocolate y me trajo helado.
—Qué tierno — comentó Melisa.
—Da igual. No sé cómo le fue en la entrevista y no sé cóm