Me retiro aunque micuerpo se resienta y en ese preciso momento se abren las puertas del ascensor.Su cuerpo tiembla incontrolablemente, se le da bien fingir porque en serio nole creo nada.
—¡Ahora mujer deldemonio, se irá conmigo! - la tomo de la muñeca y me atraviesa un corrientazoque hace arquear mi espalda, espero que no lo haya notado aunque fue bastanteevidente.