Despertésobresaltado y con Cali profundamente dormida sobre mi, soñando con la Mulatade mis tormentos. El teléfono llevaba algo de tiempo sonando ya que habían diezllamadas perdidas de Kalím.
—¿Hola? – respondíadormilado.
—¿Jefe? Todo listoy ya le envié la dirección de su casa – me ex