¿Donde esta Jacob?

—Son gente muy amigable —dijo Edward.

—Así parece… pero… ¿Quién sabe?... podrían ser psicópatas, que pretendían llevarnos a un callejón a violarnos y nosotros pensando que son buena gente —dijo Jacob.

—Dios mío ¿Por qué semejante razonamiento? —dijo Edward.

—Solo estaba bromeando —dijo Jacob.

—Pero cambiando de tema… ¿Por qué admitiste abiertamente que era nuestro aniversario y estábamos en una relación? —pregunto Edward.

— ¿Por qué no lo haría? —pregunto Jacob.

—Pues porque… ya sabes —dijo Edward.

— ¿Te avergüenzas de mí? —dijo Jacob.

— ¡Claro que no! Pero supuse que por el incidente anterior, por el resto del viaje íbamos a ocultar lo nuestro —dijo Edward.

—No veo por qué… estamos en una relación tú y yo y nadie más, si a las personas les agrada o no, no es asunto nuestro y por enojado que este contigo por esta situación, no voy a negar mi relación contigo a nadie —dijo Jacob.

— Ya…veo —dijo Edward, algo sorprendió por el tono firme de Jacob al decir estas palabras.

Después de conversar con los mesoneros ambos empezaron a comer a grandes bocados, sobre todo Jacob al cual se le notaba el hambre que tenía, ya que había agarrado las dos hamburguesas con sus dos manos y las estaba mordiendo alternativamente entre las dos.

—Mañana será luna llena —dijo abruptamente Jacob.

— ¿Qué dijiste? —pregunto Edward.

—Nada —contesto Jacob.

—Esto esta delicioso —dijo Edward.

—De verdad que lo es… estas hamburguesas saben mejor que las que comíamos en casa —dijo Jacob.

—Oh… ¿Entonces quieres decir que ya empiezas a disfrutar el viaje? —dijo Edward sonrientemente.

—No presiones tu suerte Edward —dijo Jacob.

—Vamos solo quiere que…—antes que Edward pudiese terminar lo que iba a decir, alguien lo había agarrado por detrás de su cabeza y la había golpeado con la mesa, manchando la cara de Edward con su comida y haciendo caer parte de esta al suelo.

— ¡¿Pero qué demonios haces?! —grito Jacob.

— ¡Maldita sea! —grito Edward, el cual se levantó rápidamente solo para ver como un hombre blanco con abrigo de color gris salía rápidamente por la puerta del restaurante.

— ¡Maldita sea! Me las vas a pagar desgraciado —grito Edward, el cual estaba a punto de salir a correr para perseguir al hombre.

—Edward, espera —dijo Jacob, el cual había agarrado fuertemente el brazo de Edward impidiéndole que saliera.

— ¡Tú quédate aquí! Ya vuelvo —grito Edward a Jacob, haciéndolo a un lado y empezando a correr persiguiendo al hombre con el abrigo gris.

— ¡Edward espera! —grito Jacob a Edward.

Edward estaba furioso por lo que había hecho el hombre del abrigo gris, por lo que ignoro el grito de Jacob y salió rápidamente persiguiendo a su agresor, pero al salir de la tienda se encontró algo que no esperaba.

—Vaya te habías tardado mucho… casi pensé que no ibas a venir —dijo el hombre blanco con el abrigo gris a Edward.

Edward sintió un escalofrió recorriendo su espalda, ya que cuando salió, vio al hombre con el abrigo gris acompañado por otros once hombres los cuales junto a él formaban una docena.

— ¡Maldición! —grito Edward, el cual se dio la vuelta, corriendo de nuevo al restaurante.

Por más valiente que fuese Edward, sabía que sería una idiotez enfrentarse por sí solo a una docena de hombres, los cuales claramente lo estaban esperando, así que sin dudarlo se dio medio vuelta y huyo.

— ¡Maldición Jacob tenemos que llamar a la policía! —grito Edward, justo después de entrar en el restaurante.

Pero cuando Edward entro, poco después se dio cuenta de que ya no veía a Jacob por ninguna parte por más que lo buscase.

— ¿A dónde se fue? Justamente en el mejor de los momentos.

Edward pensó que Jacob se había ido a algún baño, así que lo busco dentro de ellos pero al no verlo volvió a salir y empezó a recorrer el restaurante en busca de Jacob.

—Disculpen… ¿Alguno de ustedes ha visto a mi novio? —pregunto Edward, a una pareja que estaba en el restaurante mostrándoles una foto de Jacob.

—No lo siento, no lo hemos visto —dijo la pareja.

—Gracias —dijo Edward antes de irse.

— ¿Alguna de ustedes ha visto a mi novio? —pregunto Edward, a dos mujeres en el restaurante.

—No, lo siento —dijo una de las mujeres, intercambiando una mirada con la otra.

—Por qué será que los más guapos siempre tienen que ser los desviados —dijo la otra mujer.

—Que desperdicio —dijo la mujer, que había contestado la pregunta de Edward para después reírse junto con su compañera.

Edward preocupado por Jacob, no le hizo el menor caso a la carcajada de ambas y siguió preguntando en el restaurante por Jacob.

— ¿Alguno de ustedes ha visto a mi novio?

—No, lo sentimos.

— ¿Has visto a mi novio?

—No hermano.

— ¿Alguno de ustedes ha visto a mi novio?

—No, no lo hemos visto y lárgate de aquí no queremos a maricas como tú cerca de nosotros.

Edward, siguió preguntando a todas las personas en el restaurante por el paradero de Jacob, pero siguió teniendo la misma respuesta siempre, nadie lo había visto y Edward empezaba a desesperarse.

—Claro como pude olvidarlo, lo llamare —dijo Edward así mismo mientras marcaba el número de Jacob.

Edward lo intento varias veces, pero como le habían dicho en reiteradas ocasiones, la señal en el pueblo era mala y Edward por más que marcaba el número de Jacob no lograba llamarlo.

— ¡Maldición! —grito Edward mientras todas las personas en el restaurante lo miraban.

—Señor, ¿Ocurre algo? —pregunto un mesonero que Edward no conocía.

—Mi novio está perdido… no puedo encontrarlo —dijo Edward.

—Oh no se preocupe, ¿Quizás es que fue al baño o algo así?

— ¡No fue al baño ni tampoco fue afuera! —grito Edward.

—No tiene que ponerse tan violente señor —dijo el mesonero.

—Yo solo quiero encontrarlo —dijo Edward.

—Si esta tan preocupado, puede ir a la cocina y preguntarle al personal si lo ha visto —dijo el mesonero

—Gracias… eso hare —dijo Edward, el cual se fue rápidamente a la cocina del restaurante.

Edward, entro rápidamente y al entrar vio a varios mesoneros llevando comida de aquí para allá y a los cocineros gritando órdenes y preparando la comida entre otras cosas, el camino rápidamente para preguntarles a todos ellos si sabían dónde estaba Jacob.

— ¿Disculpa has visto mi novio? —pregunto Edward a uno de los mesoneros.

—No, no le eh visto.

—Gracias por su tiempo —dijo Edward, antes de caminar hacia otro mesonero.

— ¿Has visto a mi novio? —pregunto Edward.

—No, no lo vi —dijo un mesonero antes de irse.

— ¿Has visto a mi novio? —pregunto Edward a un cocinero.

El cocinero a diferencia de los demás se quedó pensando brevemente con la mano en su barbilla lo cual le dio a Edward esperanzas.

—No… no lo eh visto —dijo el cocinero mientras sonreía.

Edward, cuando vio al cocinero sonriendo, tuvo un escalofrió en su espalda empezando a sentir que algo estaba mal.

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