¿Qué?
No podía creer que Oliver estuviera tan borracho como para alucinar y pensar que yo era Liana.
¡No lo creo! ¡Qué idiota!
Aproveché su momento de descuido y lo empujé lejos de mí, salí corriendo del cuarto y entré al mío. Cerré la puerta y corrí al baño; no podía creer lo que acababa de pasar.