— ¡No puedo creer que vayas a empezar con eso en un día tan especial! — protestó Elisa, cruzándose de brazos.
— ¿Empezar con qué? — preguntó él, fingiendo no entender, arqueando una ceja.
— ¡No te hagas el tonto, o voy a llamar a mamá y contarle que ya estás empezando con tus tonterías conmigo! — re