— Así me vas a matar — dijo entre besos.
— Aquí nadie va a morir — respondió sonriendo, volviendo a besarla.
[…]
Ya eran casi las siete de la noche cuando dos coches se acercaron a la mansión Cayetano. En uno iba Elisa, en el otro, Noah.
Al ver a su hija, Saulo corrió hacia ella y le quitó las l