El médico entró en la habitación donde estaban los dos.
— Con permiso, ¿cómo se siente, señorita Denise?
— Doctor, ¿cómo está mi bebé? — preguntó directamente, diciendo lo que realmente le preocupaba.
Saulo y el médico se miraron. El doctor notó lo devastado que estaba el hombre, incapaz de decirle algo a su prometida.
— Señorita Denise… — dijo con cautela. — Lo siento mucho… Hicimos todo lo posible para salvar a su bebé, pero lamentablemente no lo conseguimos.
— ¿Qué? —Su voz se quebró.
— Lo siento de verdad. En este momento, le pido que se enfoque en su recuperación. Usted sufrió una caída muy fuerte, y lamentablemente hubo una lesión grave… Intentamos solucionarlo. Pero necesito que no haga esfuerzos, o será imposible que pueda volver a quedar embarazada…
Denise ya no escuchaba nada de lo que decía el médico. Su mente solo podía pensar en su bebé.
— ¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡Saulo, di algo!
Gritaba desesperada, mientras Saulo lloraba en un rincón con las manos en la cabeza.