Aviso: Esta es una historia ficticia. Los temas retratados aquí pueden generar desencadenantes en algunas personas. Cabe recordar que no estoy de acuerdo con ninguna de las actitudes mostradas.
Betty Taylor entró por la puerta de la cocina con cara de pocos amigos.
Cora disimuló, fingiendo no haber visto a la mujer en el patio hacía un momento. Sabía que Betty estaba tramando algo, ya que nunca hablaba directamente con los empleados. Siempre enviaba recados por medio de Cora cuando tenía alguna queja o una orden que dar.
— ¿La salvaje ya llegó, Cora? — preguntó con aspereza.
— La señorita Denise ya llegó, sí, señora.
— Ya te dije que no quiero que la llames, señorita. ¿No me escuchaste? ¿Estás tratando de desafiarme, Cora? No me hagas enojar contigo o te echo a la calle. ¿Estamos entendidas? Imagina tu situación: nadie en su sano juicio contrataría a una vieja que ya tiene un pie en la tumba.
— Llevo tantos años trabajando en esta casa, señora, y nunca le he faltado el respeto. Siempr