De vuelta al presente…
Denise se sentía cada día más sola. Ya hacía dos semanas que estaba sin su prometido, sola en la casa de su suegra.
Saulo llamaba siempre a la misma hora y hablaba por poco tiempo. En sus conversaciones, no había espacio para que Denise hablara de su situación, ya que él siempre se mostraba cansado y abatido, y ella no quería preocuparlo aún más. Además, desde que eligió quedarse encerrada en la habitación, su suegra no la molestaba más, lo cual, de hecho, era algo bueno.
Cora siempre le llevaba las comidas al cuarto y a veces conversaba con ella, haciéndola distraerse del tedio que era ese lugar.
De hecho, Cora había empezado a respetarla. Y si Denise no fuera tan desconfiada, hasta podría pensar que la mujer empezaba a tenerle afecto, ya que siempre se preocupaba por cómo se sentía o si necesitaba algo.
Eran las diez de la noche cuando Saulo llamó a Denise.
— Hola, morena, ¿qué haces? — La voz del hombre sonaba cansada. Denise sabía cuánto debía de estar agot