Me dirijo hacia la playa, el atardecer daba un magíco show de colores y la brisa del mar dejaba que mis fosas nasales se inundaran de su olor salino. Me dejo caer en un camastro, me quedo sentada alzando mis rodillas y metiendo mi cabeza en ellas, así mismo dejando salir un enorme suspiro.
—Bueno, si quiera no estás confusa y molesta en tu habitación de casa. - giro hacia donde se encontraba esa voz tan amistosa. Un hombre de más o menos 30 años, con una sonrisa amable, piel bronceada y esculpida. Recostado de manera relajada en su camastro.
— Lo siento no te vi, cuando llegué. - le devuelvo la sonrisa.
— ¿Quieres platicar sobre eso? , soy Dominic. - Me dirije un saludo con la mano el cual yo acepto.
—Eileen o Dyanne, como se te apetezca decirme. - hago una mueca. — ¿Tan mal me veo?
— No, pero, ningún sentimiento o estado de animo debe reprimirse. Al parecer no son problemas en casa, sino con un chico.
Abro la boca para decir algo, pero guardo silencio. — Solo fui un juego para él, y