Capítulo 94.
Randolf va caminando por el pasillo directamente a la cima de la torre donde se encontraba Davina.
Los gritos desgarradores de dolor inundaban las paredes y rebotaban ante el desgarrante sonido.
Randolf abre la puerta de la habitación para encontrarse con Agneo, el brujo de la manada, y el de su mayor confianza, regulando los signos vitales de la fae.
Davina en el instante en el que se gira, con su rostro sudado, sus ojos desgastados y la respiración entrecortada, sonríe.
—Alfa, Alfa —dice ella en medio de jadeos—, sabía que… iba a llegar… conmigo, sabía… que iba a venir. En ese momento extiende su brazo y suplica —deme su mano, con su apoyo… sé que puedo lograrlo todo.
En ese momento llega otra contracción y Davina vuelve a gritar.
— ¡Aaaaggghh!
—Puja, puja muchacha —dice Agneo al mismo tiempo que siente su panza dura y sin movimiento alguno.
Davina grita desesperada inundada de jadeos siendo travesada por un dolor incomparable, como si una flecha de fuego la partiera hasta que e