Capítulo 38.
Alena comienza a respirar de manera agitada, ahí justo sobre su cuerpo irradiando un calor que era prácticamente lava levitando por el aire, los ojos candentes y completamente hipnotizantes de Alfa Randolf la mantenían en la misma posición.
La mano de ese poderoso macho imponente comenzó a deslizarse por su muslo haciendo una especie de vaivén alterando sus sentidos.
— Dime nighara… dime si la respuesta de tu cuerpo, el conocimiento de tu piel, el deseo que miras brotar en mi rostro pertenecería a alguien más que no sea a ti.
Alena traga saliva, no encuentra la forma correcta de hablar, de hilar palabras, armar oraciones o…
— no…
— ¿No lo crees? — Susurra él al mismo tiempo que sus ojos brillan de manera traviesa, lujuriosa y completamente gutural.
Él acerca su rostro al de ella y comienza a besar de manera sigilosa y completamente auto controlada su rostro, mejilla y cuello.
No solo rozando sus labios sino pasando su lengua por la piel.
Un rugido bestial sale de su garganta en el