Capítulo 123.
— No, tranquilo, señor. Muchas gracias. Vivimos aquí cerca, al exterior de los territorios.
Esa información solamente era necesaria para saber que esa mujer era muy poco probable que se encontrara con ellos en algún momento.
— Muy bien, continuaremos con nuestro camino ya que nos hemos asegurado que los niños estén bien.
Alena sonríe y suelta el aire en sus pulmones descansando... Por lo menos noo crrerian riesgo de ser descubiertos, una sola palabra de duda y podría caer todo su plan como torre de naipes.
Tiempo despues…
Alena respira profundo, se encuentra nerviosa y desesperada al mismo tiempo, el momento había llegado. Ahí del otro lado del cristal que los separaba del exterior, se encontraba toda su gente. Se encontraba cada una de las criaturas a las que su padre había protegido y a las que ella quería recuperar.
Solamente el olor a pino, a una brisa fresca inundando el aire y el calor de la misma gente hacía que ella sonriera de manera emocionera e infantil.
— Sería maravillo