La visita inesperada de mi padre me tomó por sorpresa. No quería que malinterpretara mi relación con el casero, quien también resulta ser mi jefe… y algo más. Es una situación delicada, una que requiere tacto y discreción. Solo espero poder manejar esto de la mejor manera posible, sin causar malentendidos o tensiones innecesarias. Después de todo, la última cosa que quiero es que mi padre se preocupe innecesariamente por mí.
— ¿No me quieres aquí, hija? Qué mala eres. Tu madre estaba muy preocupada por ti, te manda saludos y besos. No pudo venir porque tenía una reunión en la congregación.
— No es eso, es solo que creo que te aburrirás porque dentro de unos días empiezo a trabajar. —mientras decía esto, buscaba con la mirada el taxi, que al parecer se había movido de donde lo había dejado.
Nada más me faltaba que mi padre viniera a vigilarme, porque me imagino que mi madre lo presionó para que me viniera a ver, se les agradece que se preocupen, pero se pasan. Por fin apareció el taxi,