Pov Juliette Algo muy suave arropa mi cuerpo; no puedo ver qué es, pero puedo sentirlo, así como también puedo sentir el dolor de cada herida y mi cara adolorida. Seguramente está bien hinchada. Abro los ojos con mucho esfuerzo, parpadeando un par de veces para acostumbrarme a la claridad. Levanto mi mano, llena de pequeños cortes, para poder tocar la bonita piel que me arropa. Es oscura, con tonos marrones. Me doy la vuelta para poder apoyarme sobre los codos y tomar impulso para sentarme. Quejidos dolorosos escapan de mis labios mientras mi respiración se hace pesada por el esfuerzo. Cuando por fin logro sentarme, tengo que tomarme un momento para poder recuperarme. Ya más calmada, analizo mi entorno, todo lo que me rodea, en dónde me encuentro. La cama en la que estoy es grande; al fondo de la gran carpa hay varios baúles y, del otro lado, una tina de madera con un estante de toallas a un lado. Terminada la inspección, me quito la sábana de piel de encima para poder
Pov Juliette Kian regresó poco tiempo después de que terminé de vestirme, o más bien, de cubrirme con lo poco que ya tenía puesto. Desayuné junto a él y, aunque ninguno habló en ese tiempo, no fue tan incómodo como pensé. —Bien, vamos, recuéstate en lo que atiendo tus heridas. Una sanadora vendrá en unos minutos; dijo que sabía lo que te habían dado para mantener a tu loba fuera. Me levanté con cuidado y llegué a la cama. Me recosté como dijo, mirando cómo se movía con algunas vendas y otros pequeños frasquitos que olían a esos brebajes de la sacerdotisa. —¿Fuiste tú quien me curó desde un inicio? —Así es. En mi ejército no hay mujeres, como seguramente ya habrás notado. —No sé de qué hablas, no sé nada—fingir demencia era lo mejor. Suspiró derrotado antes de continuar. —No iba a permitir que ninguno de mis hombres te viera completamente desnuda; fuera de eso, tengo más conocimiento en algunas plantas de curación que no afecten a Dara. Se sentó a mi lado, comenzando primero c
Pov Juliette Esa noche di vueltas en la cama tratando de no pensar o sobrepensar en lo que había pasado más temprano. Aún sentía el regustito de sus dedos allá abajo y… no, no, no, Juliette, no pienses en eso. Tomé una almohada, alias el arma mortal, para ahogar un grito en ella. Quería llorar de frustración por no poder entender qué me sucede con él. Necesitaba a mi loba para que me guiara y; sin embargo, ella está bastante noqueada. Me levanté de la cama y fui hacia la mesita con aquel brebaje de la sanadora. Los muy malditos le dieron aconito mezclado con una planta que no conozco. Si no fuera hija de mis padres, mi loba habría muerto. Saqué un vestido cualquiera y me lo puse; no iba a prolongar más la vida de ese miserable, no después de saber lo que le hizo a Dara. Avancé entre las tiendas del ejército de Kian; sus escorpiones solo me miraban al pasar. Espero que no den la alerta o no podré ejecutar mi venganza. Llegué al palacio abriendo las puertas de golpe, sobresaltan
Pov Juliette Había pasado más de una hora, casi dos, de hecho todo el día, desde que me senté en la cama, diciendo a cada minuto que iría a verlo. Mi talón no dejaba de golpear el suelo; tenía un enorme nudo en la garganta y miedo, mucho miedo. Me levanté por fin, saliendo de mi tienda. No sabía dónde estaba la de él, así que me dejé guiar por su tenue olor. Miré mi vestido, esperando a que no estuviera tan mal. Por suerte, ya los morados habían desaparecido, aunque no completamente mis heridas. Dara sigue débil para sanarme correctamente. Al borde de ese bosque oscuro y tenebroso, vi su tienda. Por el movimiento de la pesada tela que cubre la entrada, pude darme cuenta de que estaba ahí. Hay luz, así que… debe estar ahí. Pasé mis manos alisando mi vestido, o tal vez era para secarme el sudor. Entré y lo vi acostado sobre la cama, utilizando uno de sus brazos como almohada. Mi corazón comenzó a latir rápido, con fuerza; el estómago se me revolvía un poco de los nervios. ¿Qué s
Pov Kian A la distancia, aún se puede ver el mar de cuerpos gigantes, tirados como muestra de lo que fue la batalla más sangrienta a la que me he enfrentado. Perdí a muchos hombres, perdí a muchos escorpiones, pero aquí seguimos de pie, con el control total del Reino después de haber acabado con esas malditas criaturas. Cierro los ojos un momento para intentar calmar el dolor de cabeza mientras espero a Xantea para que me ayude. Una herida algo grande cruza mi espalda; fue el único golpe serio que recibí en el último enfrentamiento antes de que se diera la gran victoria. —Aquí estás. Volteo a ver a Xantea, que entra inspeccionando el pequeño toldo donde solo hay una silla en la que estoy sentado, una mesa con una vasilla de agua y algunas vendas, nada más. —Pensé que ya te habías ido. —Créeme, ya estuviera muy lejos, pero cierto escorpión le dio por sitiar el Reino, así que… quedamos atrapados en el medio. Se acercó revisando mi espalda, tocando diferentes puntos par
Pov Leina Hoy el día es gris; las nubes se arremolinan sobre nosotros, anunciando una posible tormenta. Estoy preocupada por mis dos pequeños que están allá afuera. En realidad, ambos son adultos; saben defenderse y saben qué hacer en situaciones peligrosas, pero eso no quita que, como madre, me sienta intranquila. Unos golpes en la puerta me anuncian la llegada de quien esperaba. Cuando la puerta se abre, entra Mara haciendo una pequeña reverencia. —Reina, me mandó a llamar. —Siéntate, Mara; en unos minutos llegará Bastian. Se acercó, tomando el asiento al frente. Su postura se mantiene como siempre: tranquila y serena, digna de una delta. Me entristece un poco ver la horrible mancha en su cuello; hay ojeras marcando sus ojos y está un poco pálida. Ganas no me faltaron de querer matar a Deiros, pero esto es algo en lo que no nos podemos meter. Ambos sabían cuáles serían los riesgos de una unión elegida. Mara demostró ser leal hasta el final; demostró un amor que va más allá
Pov Keira No podía negar que estaba nerviosa, asustada tal vez. Ethan me explicó cómo será el proceso, lo que significa que va a dolerme. Tomada de su mano, nos adentramos en el bosque, buscando un lugar apartado y solo donde podamos estar tranquilos mientras me tomo mi tiempo. Miro nuestras manos entrelazadas y luego a él; creo que no podría estar más agradecida a la vida por habérmelo dado. Y pensar que hace unos días estaba sola, intentando valerme de lo poco que conocía, hasta que llegó él a cambiar todo mi mundo en todos los sentidos. —Aquí, mi Reina— nos detuvimos al borde de un lago; la luna llena brillante se refleja grande y majestuosa en el agua. —Recuerda, no intentes evitar el cambio, solo deja que suceda. Tomó mi camisón blanco, sacándolo de mi cuerpo. Sus ojos me recorrieron por completo antes de acercarse y tomar mis labios en un largo beso, mientras sus manos recorren mi espalda y mi trasero. —Ethan— ya comienza a bajar por mi cuello, haciéndome estremecer. —N
Pon Narrador En las celdas oscuras de Imperion, donde solo los rayos de luz pasan por un pequeño orificio en lo alto de la pared, se encuentra Gaila. Cadenas ancladas a las paredes se extienden hasta llegar a los grilletes de sus manos. Su vestido rasgado y manchado por su sangre cubre su cuerpo lastimado, lleno de moretones. Por los pasillos de las celdas, pasos confiados se acercan a ella, haciendo resonar las llaves con un constante tintineo. Gaila, con la cabeza apoyada entre los brazos que se sostienen a las rodillas, mira entre ese pequeño espacio las pulidas botas de cuero que se detienen frente a su celda. No tiene que alzar la vista para saber quién es; lo reconoce más que bien por su olor. —Levanta la cabeza y mírame, Gaila. Nada. La mujer frente a él mostró la misma indiferencia de siempre. ¿Por qué debería prestarle total atención después de haberla torturado y golpeado? Introdujo la llave en la cerradura, abriendo la puerta y llegando a ella a grandes pasos para o