Destinada a ti
Destinada a ti
Por: DiegoAlmary
1. El jefe y la competencia.

— Mi nombre es Ana Avendaño, tengo veinte años y hace unos meses terminé mi carrera de comunicación social, nací en y crecí acá en la ciudad y sé que puedo dar lo mejor de mí para que este periódico sea la mejor versión de sí mismo — repetía una y otra vez tratando de memorizar cada línea. Nunca había estado tan cerca de poder conseguir el trabajo de sus sueños, y no podía permitir que los nervios la traicionaran, no en ese momento.

Observó a las demás personas que competirían por el puesto y se sintió mucho más asustada. In Premiere era el periódico digital más leído en el mundo, era confiable, veraz, dispuesto a todo por informar a la sociedad y sacrificado de ser necesario; Su fundador y actual presidente, Eduardo Tcherassi, había ganado un Pulitzer junto a su hermana por descubrir y exhibir el tráfico de personas que tenía el programa CERBERO de los laboratorios Jábico, y Ana había fantaseado infinidad de veces con trabajar para ellos, incluso ganar uno ella también, por eso se había preparado hasta el cansancio, con las mejores notas de la universidad y graduada con honores, era la candidata perfecta que estaban buscando, el anuncio decía: “Necesitamos a alguien decidido y entregado, con empatía por las historias y la vocación necesaria para realizar los sacrificios más grandes”.

Una mujer alta y muy delgada salió de una oficina y se paró mirando a todos los candidatos con cara de asco.

—Las entrevistas comenzarán ahora —dijo —el mismo Eduardo Tcherassi los conocerá a uno por uno y elegirá al siguiente miembro de la familia In Premiere —Ana sintió como el corazón se le aceleró, había estado segura que otra persona se encargaría de su entrevista, pero estar sentada frente al hombre le parecía una pésima idea, no creyó ser capaz de memorizar lo que había practicado.

—Mi nombre es Ana Avendaño, tengo veinte años…—tragó saliva ¿cómo sería capaz de guardar la compostura frente al hombre?

—Vamos a comenzar a llamarlos en el mismo orden en que se recibieron sus entrevistas virtuales —continuó la mujer sacando un papel arrugado del bolsillo, hablaba despacio y Ana tuvo que inclinarse hacia ella para escucharla mejor —van a pasar de dos en dos —dijo y las quejas se generalizaron entre los presentes, pero la mujer continuó hablando igual de calmada y despacio —El señor Eduardo no tiene tiempo de atenderlos uno por uno, e insiste en hacerlo personalmente. Comencemos — Ana tragó saliva y repasó mentalmente las líneas, nada podía salir mal, de todos los candidatos ahí presentes Ana pensó era la más indicada, los demás eran demasiado jóvenes o demasiado viejos —Ana Avendaño y Álvaro Soler serán los primeros —Ana se puso de pie como un resorte, se sacudió la falda y abrazó con fuerza los papeles que tenía contra el pecho. Dio un paso al frente con una sonrisa amplia y la mujer la miró con apatía — Álvaro Soler —repitió llamando al hombre y Ana lo vio salir de entre la multitud, era alto de hombros anchos, con el cabello oscuro y la barba crecida. Se paró con seguridad junto a Ana y la mujer les indicó la puerta a sus espaldas.

Ambos se miraron y Ana le sonrió, peor él no le devolvió la sonrisa. Abrieron la puerta y entraron a la oficina. Ana quedó bastante asombrada con el amplio lugar: Las ventanas enormes dejaban entrar gran cantidad de luz y mostraban una vista perfecta del centro de la ciudad.

Frente al escritorio había dos muebles y Ana corrió por delante del hombre para sentarse primero.

—Hola —le dijo al periodista sentado tras el escritorio, tenía el cabello color chocolate, la piel pálida y unos ojos verdosos que le cortaron la respiración.

—Hola —le dijo él y le mostró una amplia sonrisa que hizo que le temblaran las piernas, Ana no pudo imaginarse que el hombre en persona fuera mil veces más atractivo. El otro que venía por la entrevista apareció en el rango de visión de Eduardo Tcherassi y en cuanto lo vio abrió los ojos —Álvaro Soler, mira nada más —se puso de pie y ambos se fundieron en un amplio abrazo. Ana se quedó muy quieta observando la escena.

—Es un gusto venir a saludar a un viejo amigo —le dijo el de cabello escuro y el periodista lo incitó a que se sentara —Parece que In Premiere ha crecido desde la última vez que vine por aquí —dijo después de sentarse y Eduardo regresó a su asiento detrás del escritorio.

—La verdad es que sí, pero han sido unos meses complicados, tanto trabajo nos está volviendo locos, por eso todo lo del nuevo empleado —le comentó el periodista y Ana se sintió terriblemente incómoda, parecía que la estaban ignorando a propósito, o ya se habían olvidado de ella, así que carraspeó la garganta pero ambos hombres siguieron charlando alegremente.

—Precisamente a eso venía —dijo el pelinegro, Álvaro, según recordó Ana y le tendió una carpeta al periodista —ahí están todos los empleos que he tenido desde que me gradué de la carrera, una copia escrita de el redactor del periódico El Colombiano donde me recomienda y también la información de los premios que he ganado —Eduardo abrió la carpeta y meneó la mano en el aire.

—Sabes que no necesitas hacer todo esto —le dijo —conozco muy bien tu trabajo y tu profesionalismo — Álvaro negó con la cabeza.

—No importa, no quiero pasar por encima de los demás, si voy a entrar a trabajar contigo pues lo haré de la manera correcta a demás…

—Mi nombre es Ana Avendaño —le interrumpió ella, la entrevista era de los dos y el hombre la estaba opacando. Ana volteó a mirar a Eduardo Tcherassi y el hombre la miró con una sonrisa torcida en los labios, así que ella se aclaró la garganta, era el momento que había esperado por toda su vida y relató todo lo que había memorizado desde hacía días —mi nombre es Ana Avendaño, tengo veinte años de edad y hace unos meses terminé mi carrera de comunicación social, nací en y crecí acá en la ciudad y sé que puedo dar lo mejor de mí para que este periódico sea la mejor versión de sí mismo. Tengo empatía y soy comprometida, aprendo rápido y aquí están mis calificaciones, me gradué con excelencia de la universidad siendo la mejor estudiante del año. Me gustaría trabajar en In Premiere por que es un periódico que ha demostrado…

—¿Por qué pareces un robot? —preguntó interrumpiéndola el hombre con el que competía por el puesto, pero Ana lo ignoró y le tendió el diploma con las calificaciones a Eduardo que los tomó. Ana intentó ocultar que le temblaba la mano.

—Dime, Ana de veinte años que acaba de terminar su carrera —le preguntó el periodista — ¿Tienes experiencia? —la muchacha abrió la boca y luego la cerró. No, no tenía experiencia ¿cómo podía tenerla si nadie le daba oportunidad? Se aclaró la garganta.

—Verá, no tengo experiencia —le dijo y escuchó al hombre a su lado suspirar, pero lo ignoró —pero como lo dije, aprendo rápido, estoy decidida a hacer lo que sea necesario por enaltecer el nombre de In Premiere, por ayudar a la la comunidad y a cada persona de este país mostrando la verdad y nada más allá con profesionalismo —terminó con una amplia sonrisa y Eduardo Tcherassi se la quedó mirando a los ojos pon un momento y Ana no logró contenerle la mirada.

—Robot —bromeó Álvaro a su lado, Eduardo aguantó la risa al otro lado del escritorio y Ana sintió como le subió calor a la cara.

—Lamento si te incomoda mi voluntad —le dijo ella volviéndose hacia él y el hombre borró la sonrisa —Yo al menos estoy intentado ganarme este puesto con mis méritos, no con la influencia —al otro lado del escritorio Eduardo soltó una risotada y aplaudió un par de veces, y Ana no pudo evitar la sonrisa que se le escapó.

—Bien —dijo Eduardo calmando la tensión que se había formado — para entrar a este periódico cada candidato debe traer una noticia que ayude a potenciar su entrada, dejen de pelar y enséñen qué tienen para ofrecerme — Álvaro miró mal a Ana y lanzó sobre el escritorio otros papeles que sacó del bolso.

—Tengo varios contactos que me han informado como el candidato a la alcaldía de Medellín tiene nexos con grupos armados que están costeando su campaña con dineros ilícitos — dijo y Eduardo tomó los papeles con los ojos abiertos.

—Muy interesante —dijo dándole una checada a los documentos.

—Ahí hay información de los pagos que se han realizado —añadió en un tono confiado y cruzó los brazos por detrás de la cabeza recostándose al respaldo de la silla. Ana se aclaró la garganta.

—Llevo un caso de un grupo de monjas que que hacen tráfico de drogas —Eduardo abrió los ojos y Álvaro se rio.

—¿Tienes algún tipo de pruebas? —le preguntó Eduardo y Ana meneó la cabeza.

—No físicamente, pero llevo años investigando y conozco hasta sus rutas…

—¿Años? —preguntó el pelinegro a modo de burla, pero Ana no le prestó atención, miró anhelante a Eduardo Tcherassi que la miró dejando escapar el aire despacio.

—Si no tienes pruebas físicas no hay nada que hacer, Ana, no podemos acusar con especulaciones.

—No son especulaciones, voy a conseguir las pruebas —ambos hombres se quedaron en silencio un momento hasta que Eduardo tomó todos los papeles que le habían dado y los puso a un lado.

—Bien —dijo —tengo varias entrevistas más. Álvaro, un gusto como siempre —ambos hombres se abrazaron como despedida y el pelinegro salió de la oficina —señorita Avendaño ya puede retirarse —le dijo y ella permaneció estática.

—No me contratará, ¿cierto? —preguntó y Eduardo se cruzó de brazos.

—Aun no me ha dado un motivo para hacerlo —Ana apretó los puños.

—Creo que le he dicho lo suficiente, pero usted me dijo que no apenas me vio, ese hombre que hay ahí ya se ganó el lugar —se puso de pie y tomó el saco que se había resbalado y que reposaba en el suelo y lo miró — Mejor dígale a la gente que hay ahí que no pierda su tiempo, como siempre, tener influencias es lo que vale en este país —salió con paso decidido y dejó el edificio en el corazón roto en pedazos. In Premiere era el sueño que había tenido incluso antes de que el periódico se hiciera popular, y de nuevo su falta de experiencia la habían condenado.

Ese día visitó dos periódicos más, pero el resultado fue el mismo, si no había experiencia, no había nada.

Cuando llegó a casa eran entradas las diez de la noche, su hermana Luisa ya estaba dormida y Ana se la quedó mirando desde la puerta, le había prometido que no tendrían que pasar por las necesidades de cuando eran niñas, pero parecía que la promesa se le escurría entre los dedos como la arena seca de una playa en verano. El celular sonó en su bolsillo y Ana abrió los ojos, era muy tarde, ¿Cómo podían llamarla a esa hora?

—¿Con Ana Avendaño? —preguntó una mujer y Ana reconoció la voz decaída y suabe de la trabajadora del periódico.

—Con ella —dijo emocionada y sintió como le temblaron las rodillas.

—Mañana comienza su prueba de seis meses en el periódico In Premiere —Ana sonrió de alegría, luego frunció el ceño.

—¿Prueba de seis meses? —preguntó asombrada y la mujer asintió con la voz.

—Se contrataron dos candidatos a periodistas, en seis meses se elegirá cual de los dos se quedará en el puesto.

—¿Con quién tendré que competir?  —no quería saber la respuesta. La mujer al otro lado de la línea rio por lo bajo.

—Con Álvaro Soler —Ana se recostó de la pared con la boca abierta —buena suerte.

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