Gabriel sonrió levemente.
—Así es, fui yo —dijo con voz inexpresiva.
El Emisario del Inframundo entrecerró los ojos.
La expresión de Camila se tensó.
Ninguno de los dos esperaba que Gabriel lo admitiera tan directamente.
—¿Cómo lo hiciste? —insistió el Emisario del Inframundo.
—Matar personas, hundir el barco, muy simple —sonrió Gabriel.
Aquella sonrisa era despreocupada, como si estuviera hablando de algo completamente ordinario.
El Emisario del Inframundo entrecerró los ojos.
—En ese barco había más de doscientas personas, ¿las mataste a todas? ¿Quién te crees que eres? ¿Superman? —Camila bufó inmediatamente.
A los ojos de los Reyes, Gabriel era solo un inútil sin ninguna habilidad.
¿Cómo podría lograr algo tan impresionante?
La expresión de Camila era de absoluto desprecio.
—¿Cómo mataste a la gente? ¿Cómo hundiste el barco? —preguntó el Emisario con rostro sombrío.
—Puedes preguntárselo a ellos personalmente —respondió Gabriel con calma.
El Emisario del Inframundo se puso tenso.
—¡