De repente, sonó el timbre.
Adriana dejó temporalmente su discusión con Omar y se levantó para abrir la puerta.
En la puerta estaban Liliana, sosteniendo un gran ramo de cebollas, y detrás de ella, Víctor cargando muchas golosinas.
—¡Adriana!
Liliana estaba encantada al ver a Adriana.
Adriana también le tenía aprecio, rápidamente le dio paso:
—¿Fueron de compras?
—Sí, ¡a mi hermano le antojó algo, así que lo invité a comer algo delicioso!
Adriana echó un vistazo a las dos bolsas de golosinas y sonrió. Claramente, esas golosinas no eran solo para Víctor.
Tan pronto como Liliana entró, corrió de un lado a otro, agarró al perro y se lo entregó a Adriana para que jugara.
De repente, Liliana notó el gran paquete en la puerta.
—¿Qué es eso?
Adriana respondió:
—Son accesorios.
—Accesorios?
Liliana parpadeó con curiosidad en sus grandes ojos.
Adriana la trató como a una niña y, dispuesta a entretenerla, se agachó y abrió la cremallera para que pudiera ver.
Vestidos de princesa, coronas y zap